Percepción de los jóvenes sobre la inversión y el fraude
Agosto 29, 2025
“Antes, dinero que tenía, dinero que gastaba”. Así recuerda Mailyn su forma de relacionarse con la plata. Hoy, después de participar en el Proyecto de Educación Económica y Financiera Mundo Mujer, su mirada cambió: entiende que el dinero no solo se guarda, también puede invertirse para multiplicarse. Como ella, cientos de jóvenes empiezan a descubrir que el dinero puede convertirse en un aliado para cumplir sueños, siempre y cuando se tomen decisiones informadas, aquí compartimos algunas.
En sus palabras, ahorrar es guardar con propósito e invertir es poner a trabajar el dinero. Luisa lo explica como un balance entre seguridad y riesgo: el ahorro protege, pero la inversión abre la puerta a mayor rentabilidad. Santiago lo ilustra con sencillez: “ahorrar cuida la plata, pero no la hace crecer”. Y Kevin lo vincula con su visión de emprendedor: para él, invertir es sembrar en un negocio que puede dar fruto. Estas voces, aunque distintas, dibujan un consenso: los jóvenes no ven el ahorro y la inversión como opuestos, sino como pasos complementarios de una misma ruta.
Al proyectar un capital disponible, aparece primero la necesidad de seguridad. Varios mencionan los CDT y los bancos como su primera opción, pues los reconocen como opciones confiables y de rentabilidad fija. Pero pronto la conversación se enciende con ideas de emprendimiento: Mailyn quiere fortalecer su negocio de manualidades, Luisa imagina un taller de artesanías y Daniel sueña con mejorar un local para atraer más clientela. En el campo, Kevin conecta con la vocación productiva de su entorno: ve en la ganadería una inversión que no solo puede dar ingresos, sino que también aporta a la sostenibilidad de la comunidad.
Lo fascinante es que no se trata de respuestas improvisadas: cada uno habla desde lo que vive y conoce. Allí hay una señal clara del impacto de los talleres: el dinero deja de ser algo abstracto y se conecta con su realidad cotidiana.
El cambio no se queda en las ideas, también se refleja en lo que ahora identifican que deben hacer. Mailyn comprende que es mejor poner freno al gasto inmediato y pensar en su futuro. Santiago resalta la importancia de distinguir qué es seguro y qué no, y reconoce que debe contar con un fondo de emergencia para no arriesgarlo todo. Daniel habla de evaluar la relación entre lo invertido y lo ganado, preguntándose si el esfuerzo vale la pena. Y Sara señala el uso de herramientas como el punto de equilibrio y el costo de producción para tomar decisiones más claras, incluso vinculándolas a los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Detrás de cada voz hay una lección distinta, pero juntas construyen una misma conclusión: ahora tienen más claridad sobre cómo actuar de manera consciente.
“Dar cien mil y te devuelven el doble en días” es la trampa que Daniel aprendió a identificar. Santiago agrega que la falta de certificados y la promesa de dinero rápido son banderas rojas. Sharol repite una frase que hoy se convirtió en advertencia: “si algo suena demasiado bueno para ser verdad, probablemente lo sea”. Mailyn lo confirma: las estafas suelen prometer más ganancias de las que realmente existen. Y Kevin completa la idea al señalar que si alguien ofrece multiplicar la plata “al día siguiente”, lo mejor es desconfiar. La contundencia con la que lo expresan refleja que ya saben reconocer el fraude antes de caer en él.
La conciencia también llegó al mundo digital. Daniel reconoce la necesidad de mantener sus redes privadas y no compartir contraseñas. Sara identifica la importancia de evitar páginas sospechosas y no entregar información personal. Mailyn aprendió el valor de respaldar sus archivos y crear claves seguras. Sharol entendió que usar contraseñas distintas es una forma de protegerse, y Kevin concluye que no se deben revelar datos ni siquiera a “amigos” en línea. Son prácticas que los jóvenes ya reconocen como pasos fundamentales para cuidar su futuro financiero.
Escucharlos es entender que la educación financiera no es un tema frío de cifras, sino una herramienta viva que conecta con su día a día. Pasaron de ver el dinero como algo que entra y se gasta, a reconocerlo como un recurso que se debe cuidar, multiplicar y proteger. Entre la prudencia del ahorro, la visión de la inversión y la alerta frente a fraudes, están sembrando un hábito que vale oro: tomar decisiones informadas. Ese es el verdadero rendimiento que empieza a dar frutos en sus vidas.