Juventud y emprendimiento: voces que construyen futuro
Octubre 14, 2025
“No tengas miedo, atrévete”, dice Eskerly, estudiante de noveno grado en Barranquilla, que gracias al Proyecto de Educación Económica y Financiera Mundo Mujer ya puso en marcha un negocio de artesanías hechas con papel reciclado. Su mensaje no es una excepción: forma parte de una tendencia creciente entre jóvenes colombianos que ven en el emprendimiento una manera de abrirse camino, generar ingresos y transformar su entorno.
La evidencia lo confirma: según el estudio Determinantes del emprendimiento juvenil en Colombia (Torres et al., 2021), basado en datos del GEM, el 43 % de los jóvenes cree que habrá oportunidades para emprender en los próximos seis meses, y más del 61 % lo considera una alternativa de carrera deseable. Es decir, no se trata solo de un deseo individual: hay una percepción extendida de que emprender es posible y valioso.
Para Sara, de Cajibío, emprender es “tener un negocio propio que no dependa de otros y que sea fruto de las propias ideas”. Esa definición conecta con lo hallado por Torres et al. (2021): 61,72 % de los jóvenes encuestados considera el emprendimiento como una carrera deseable.
Santiago, en Popayán, le suma otra capa: “buscar los problemas de la comunidad y usarlos para que el negocio crezca”. Esta mirada coincide con lo que Reimers (2024) plantea: la educación para el emprendimiento es más poderosa cuando se vincula con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, estimulando proyectos que respondan a desafíos sociales y ambientales.
Los testimonios muestran que, en el marco del Proyecto, los jóvenes empezaron a asociar el emprendimiento con la capacidad de ser agentes de cambio en sus territorios.
Las conversaciones también revelaron que los aprendizajes del Proyecto dialogan con las experiencias familiares. Sara recuerda a su papá, que tuvo un local de ropa y le insistía en cuidar el dinero. Santiago se inspira en su familia vendedora de zapatos y ropa, mientras Eskerly admira a su tío, que pasó de vender verduras en la calle a tener una tienda próspera.
Estos ejemplos muestran cómo el entorno cercano fortalece la confianza para emprender: el ejemplo de la familia hace tangible el sueño y lo convierte en una posibilidad real.
Si la familia enciende la chispa, el Proyecto de Educación Económica y Financiera Mundo Mujer ha sido el espacio donde muchos jóvenes le han dado forma a sus ideas. En los talleres no solo hablaron de sueños, sino que descubrieron herramientas concretas para volverlos posibles.
Angie, estudiante de Sotará, cuenta que allí aprendió a identificar problemáticas locales como punto de partida de cualquier negocio. Daniel, de Popayán, destaca que entendió la importancia de tener un presupuesto claro y ser resiliente cuando las ventas no llegan de inmediato. Santiago, por su parte, resalta que en los talleres aprendió sobre ahorro, manejo del dinero y cómo evitar caer en estafas financieras.
Estos aprendizajes se alinean con la recomendación del Banco Mundial: que las iniciativas de emprendimiento juvenil no se midan solo por cuántas empresas nacen, sino por el impacto en las habilidades adquiridas y en la capacidad de generar ingresos de manera sostenible (World Bank, 2008).
Con estas bases, los estudiantes no solo se quedan en la teoría: empiezan a dar los primeros pasos hacia la construcción de proyectos con propósito.
Con el impulso del Proyecto, los sueños empiezan a tomar forma. Daniel visualiza una barbería, Angie sueña con un negocio de derivados lácteos y Eskerly ya vende sus artesanías recicladas.
Estas aspiraciones se conectan con experiencias colectivas del 7mo Congreso Juvenil de Educación Financiera Mundo Mujer, donde proyectos como Bomba Semilla, en Villavicencio, buscan reforestar el Amazonas; Señas y Diseño, en Popayán, promueve la lengua de señas a través de estampados; y Transformando residuos en alimento, en El Tambo, convierte cáscaras de café en productos comestibles.
De esta manera, lo aprendido en el Proyecto se traduce no solo en sueños individuales, sino en iniciativas colectivas con impacto social y ambiental.
Los estudiantes también dejaron mensajes a quienes quieran seguir este camino:
Estos consejos son fruto de lo que vivieron en el Proyecto: no hablan desde la teoría, sino desde la práctica, confirmando lo que la OCDE recomienda para fomentar una cultura emprendedora sostenible (OECD, 2022).